Hoy, quienes gobiernan el mundo se empeñan en reivindicar la muerte y patrocinar la guerra.

Resulta asombroso ver en Euskadi, cómo Podemos, cuya emergencia en Euskadi, hacía presagiar una larga vida, acabase perdiendo sus seis escaños en una legislatura.

No nos llamemos a engaños, el sentido común de los israelíes es llevar un Netanyahu en su alma.

Tras la guerra fría, forjar los gobiernos permanentes es el eje sobre el cual se levanta el edificio del cibercapitalismo.

Construir hospitales, escuelas, proteger la infancia, castigar la violencia de género, favorecer la inversión pública en obras sociales e infraestructura es parte de la democracia.

Ellos se sienten los dueños de España y no pueden soportar un gobierno de coalición que les impida gobernar.

No cabe duda, el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional lo ha vuelto a hacer.

Ambos rechazos son prueba del descrédito del sistema imperante.

Las derechas en Europa y América Latina comparten un fondo común, su desprecio a la democracia.

Se ha ido un grande entre los grandes. Pensador comprometido, asumió responsabilidades.

En la Europa comunitaria, que apoya a Ucrania y defiende sin fisuras a Israel, uno de sus comisarios plantea suspender la ayuda a Palestina.

La verdad histórica pone el acento en la falta de convicciones democráticas de la Unidad Popular y su escasa voluntad de buscar consenso de mayorías sociales.

Defensores del gobierno del Frente Amplio en Chile justifican el apoyo

A un año de su inicio, el balance no puede ser más desolador. Sus instituciones y gobiernos han claudicado, no han sido capaces de forjar una alternativa de paz.

Desde la Colonia hasta nuestros días, el territorio del Wallmapu fue codiciado por conquistadores y criollos.

Terratenientes, oligarcas, militares, caciques y narcopolíticos, la plutocracia que gobierna Perú, desprecia el ejercicio democrático.

Experimentos para recrear estados de ánimo y aplicarlos al campo de la política electoral han dado pie al nacimiento de la neuropolítica.

Todo es poco para combatir al lado de Ucrania y convertirla en víctima del imperialismo ruso, que busca reditar la guerra fría.

Dentro de un mes, el posible triunfo de la extrema derecha pinochetista es un mal presagio.

Pablo González Casanova no rehúye el debate, lo alienta, lo desarrolla. Realiza propuestas y las pone sobre la mesa.

Aquellos que votaron por el ‘apruebo’ para la nueva constitución no es un grupo homogéneo, no todo se inscribe en un proyecto por una democracia participativa.

A diferencia de otros literatos cuya fama los descoloca hasta el extremo de vender su alma, Luis Sepúlveda dejó constancia de sus principios y valores democráticos.

Estamos sometidos, unos, los hombres, y otras, las mujeres, a vivir con estereotipos que nos enajenan y empequeñecen.

De oficio sociólogo, Pablo González Casanova, encaja perfectamente con el quehacer intelectual descrito por Wright Mills en su obra 'La imaginación sociológica'.